CARACAS, Venezuela — La maestra se desabrocha la blusa lentamente mientras recita una lista de adjetivos comunes. “Beautiful”, “huge”, “adorable”, dice la maestra de ingles, mostrando sus senos. Despues de quitarse la blusa cambia a pronombres.
“Las palabras what, where y how, pueden ser usadas para hacer preguntas”, explica. “Hay imperativos sexuales, como let’s do it y let’s start”, agrega coqueteando, mientras se baja la falda.
Esta no es la típica clase de inglés. La lección que estoy viendo desde mi computadora fue desarrollada por la Naked Language Academy o “La Academia de Lenguas al Desnudo”, un start-up venezolano que está tratando de revolucionar el mercado de cursos de idiomas en línea.
Los creadores dicen que la idea es combinar la enseñanza en línea con contenido sensual y modelos voluptuosas que hacen strip-tease para hacer el aprendizaje… pues, más fácil de recordar.
(Read this story in English here)
“Queremos darle a la gente algo con lo que se puedan emocionar”, dice Alessandra Abate, una de las desarrolladoras del curso de inglés al desnudo. “Tal vez al principio a los hombres les cueste concentrarse en las lecciones, pero creo que con el tiempo se acostumbraran a las maestras desnudas y les ayudará a aprender mejor el idioma”.
El Curso de Inglés al Desnudo, que estará disponible al público en octubre, es uno de varios proyectos digitales que están emergiendo de las ruinas de la economía venezolana.
Mientras los venezolanos hacen filas interminables afuera de supermercados para obtener alimentos básicos y las fábricas luchan para importar materia prima, algunos empresarios de tecnología se han dado cuenta de que Venezuela es, sorprendentemente, un buen laboratorio para desarrollar nuevos productos digitales que no requieren más que algo de inteligencia y una buena conección a internet.
La devaluación del bolívar ha bajado los costos de mano de obra considerablemente, convirtiendo a Venezuela en uno de los lugares más baratos para contratar a personas con educación universitaria. El dólar ahora vende por seis veces más en Venezuela que al principio del año pasado, brindando oportunidades para emprendedores que traen fondos del extranjero.
“Puedo contratar a 5 programadores en Venezuela con lo que me cuesta uno en Estados Unidos”, dice Beatriz Ramos, una diseñadora gráfica y empresaria de tecnología.
Ramos vive en Nueva York, pero trabaja con un equipo de ingenieros en Venezuela desarrollando Dada, una red social que le permite a artistas crear y compartir dibujos digitales. La página ya tiene 80,000 dibujos y servirá como una plataforma para que artistas de todo el mundo puedan licenciar sus diseños a editoriales de libros, tiendas de ropa o cualquier otra empresa que tenga que poner arte en sus productos.
“No hubiera podido hacer esto sin Venezuela”, dice Ramos, que ha trabajado en la red social durante los últimos dos años con un presupuesto modesto de menos de $300,000.
Su compañía ya está en conversaciones con Apple para desarrollar una aplicación de Dada que funcione con el ipencil. “Eso aumentará nuestros números enormemente”, afirma la diseñadora.
Pero no solo los programadores salen baratos en la Venezuela de hoy. Diego Calvo, el joven dueño de la Naked Language Academy, dice que en Caracas puede contratar a camarógrafos por $50 dólares al mes, una suma que suena ridícula comparada con estándares internacionales, pero que es tres veces más que el salario mínimo en Venezuela.
Pocas personas en la empresa de Calvo parecen quejarse de los sueldos. La mayoría no superan los 30 años, y se conforman con tener un trabajo que paga más que lo que pagan otras empresas locales.
“Este país puede estar lleno de oportunidades para aquellos que saben cómo navegarlo”, dice Calvo, quien empezó haciendo infomerciales para clientes en Estados Unidos.
El imperio empresarial de Calvo también incluye a “Desnudando la Noticia” un sitio web en el que un grupo de jóvenes modelos se desviste mientras leen las noticias del día. El sitio tiene miles de usuarios en Argentina, México, Florida y Colombia, quienes pagan $10 dólares al mes por acceso a esta suerte de noticiero erótico.
“Nuestra meta es desarrollar productos en Venezuela que podamos vender en el extranjero (en dólares)”, dice Calvo, de 31 años. “Eso nos da la moneda fuerte que nos ayuda a seguir creciendo”.
A pesar de la mano de obra barata y la posibilidad de obtener grandes márgenes, hacer negocios en Venezuela sigue siendo difícil. Muchos empresarios dicen que el país está lleno de problemas que los distraen de su trabajo, como los altos índices de crimen, los servicios públicos deficientes y hasta la falta de artículos de oficina básicos.
Ramos, la desarrolladora de Dada, dice que se vió forzada a cerrar su oficina en Caracas porque sus empleados tenían demasiadas dificultades para llegar al trabajo con todo el crimen y el tráfico de la ciudad. Ahora sus programadores venezolanos trabajan desde casa.
“Uno de nuestros empleados fue asaltado tres veces afuera de la oficina”, me cuenta Ramos a través de Skype. “Ademas tienes que gastar energía en cosas como conseguir papel higiénico para la oficina”.
Hernán Zapata, un programador que ha tenido su negocio en Venezuela desde hace dos décadas, dice que se ha vuelto cada vez más difícil retener talento, ya que los jóvenes están tratando de emigrar para escapar de la crisis por la que pasa el país.
“Los ingenieros buenos toman la primera oportunidad que se les presenta para salir de Venezuela”, dice Zapata. “Yo podía tener a empleados por hasta 5 años, dándole a los mejores alguna participación en la empresa… pero ya no consigues alguien que se quede mas de 8 meses”.
Actualmente Zapata está desarrollando una plataforma que se conecta con celulares y le ayuda a comerciantes a saber cuántas personas visitan su tienda al día y a que horas entran. Zapata dice que tiene que mantener sus datos en un servidor en Estados Unidos para evitar complicaciones con las conexiones poco confiables de Venezuela.
“He encontrado una manera de conectar mi nube con un sistema de microondas para que no tenga que depender del ADSL local”, me dice Zapata mientras tomamos un cafe sin azúcar. La panadería donde hacemos nuestra entrevista lleva varias semanas sin poder conseguir endulzante.
Los obstáculos no acaban ahí. Traer dólares al país y cambiarlos por la moneda local puede ser problemático para los start-ups que quieren reinvertir dinero en su negocio.
Calvo dice que evade los controles de cambio del gobierno comprando suplementos nutricionales en la Florida con los dólares que gana de sus sitios web. Luego importa los suplementos a Venezuela y los revende por la moneda local. Afortunadamente para Calvo, el gobierno aún no le ha puesto controles de precio a sus píldoras agranda-músculos.
“Creo que hemos sido exitosos por que estamos acostumbrados a este ambiente”, dice Calvo, quien ha tenido negocios en Venezuela desde que estaba en la universidad. “No encontrarías algunas de las cosas que yo hago en el manual de buenas prácticas de una empresa grande”, dice bromeando.
A pesar de los obstáculos, docenas de empresarios continúan encontrando maneras de trabajar en Venezuela. En una economía en la que el gobierno complica la importación de bienes materiales y regula el precio de muchos bienes manufacturados, crecen los incentivos para invertir en servicios de tecnología globales.
Wayra, un acelerador de start-ups en Caracas, dice que ha invertido en 40 compañías en los últimos 4 años.
Cada año revisa cientos de propuestas y selecciona a 10 empresas a las que les da orientación, un espacio de oficina compartido y capital semilla.
La aceleradora de negocios pertenece a Telefonica, una empresa española que vende servicios de telecomunicaciones en 15 países y espera usar a Venezuela como un sitio para probar nuevas ideas.
Wayra ya ha invertido en siete startups venezolanas que se han internacionalizado, incluyendo una aplicación que ayuda a contratar a dueños de motos como mensajeros para oficinas y repartidores de mercancía.
“Buscamos soluciones para problemas regionales y globales”, dice Gustavo Reyes, Director de Wayra en Venezuela.
Reyes dice que el número de aplicantes a su programa se desplomó a la mitad entre el 2014 y 2015, mientras empeoraba la crisis económica en Venezuela. Pero el empresario aún cree que hay startups venezolanas que pueden ser exitosas a nivel internacional. El acceso al dólar es un factor importante para estas startups sin embargo, ya que hay insumos operacionales, como los servicios de nube, que tienen que ser pagados con una moneda fuerte.
“Es más barato equivocarse en Venezuela que en Estados Unidos”, dice Reyes. “Y cuando estás en un lugar con necesidad y talento, el emprendimiento surge”.
Manuel Rueda is a correspondent for Fusion, covering Mexico and South America. He travels from donkey festivals, to salsa clubs to steamy places with cartel activity.