ATLACOMULCO, Estado de México – Las iglesias están a retacar, las casillas para votar no tanto. Varios mexiquenses salen de misa, se compran un helado y disfrutan de otro domingo soleado observando a dos payasos bromear en la plaza.
“Esta es la cuna del PRI”, dice Oscar González, un joven que llegó al municipio para apoyar a Delfina Gómez, la puntera de izquierda en la elección del Estado de México. “Creo que será imposible tumbarlos aquí”.
Al otro lado de la calle está una de las casillas. Los mismos coches se detienen, los mismos hombres con radios y walkie-talkies llevan a los adultos mayores para que les pinten el dedo con tinta indeleble. “Voté por del Mazo”, dice uno de los acarreados. Un hombre graba su respuesta con un iPhone.
“Va a ganar el mismo partido que está”, me dice José, un encuestador de la empresa GAUSCC. “Puro PRI, PRI, PRI”. El joven lleva toda la mañana sondeando a las personas que salen de la casilla. “Si les preguntas directamente por quién votaron te mandan a la chingada”, dice. “Les damos cuatro preguntas primero para despistarlos y que entren en confianza. La gente anda asustada”, subraya.
Dice que en Jilotepec, su pueblo natal, hay hombres revisando las salidas preguntándole a la gente por quién votó. “Dan despensas, gallinas, cerdos, ayudas de todo tipo... Y si no te presionan”.
En Atlacomulco, uno de los últimos feudos del PRI, todo transcurre con normalidad salvo por algunos reportes que señalan que uno de los coordinadores de MORENA en la entidad se encuentra desaparecido.
“Aquí todo está tranquilo”, me dice Isidoro, un policía que hace guardia dentro del palacio municipal. Observa un mural que glorifica a los “grandes” políticos que han salido del municipio, entre ellos el exgobernador Arturo Montiel y el Presidente Enrique Peña Nieto.
“Seis gobernadores saldrán de este pueblo. Y de este grupo compacto, uno llegará a la Presidencia de la República”, supuestamente profetizó una vidente local en 1940, según una biografía sobre el llamado Grupo Atlacomulco.
“No es posible que el PRI pierda. Ya tienen sus alianzas”, dice una enfermera de 27 años que prefiere no revelar su nombre. “El que va a ganar va a ganar. Es como intentar parar algo que ya sabes que va a ser”.
Minutos antes de que cierren las casillas del Estado de México, todos los candidatos se declaran ganadores. La premonición de la enfermera viene en la noche. El conteo rápido de la autoridad electoral le da una ventaja de dos puntos porcentuales al priísta Alfredo del Mazo. El fundador de MORENA y eterno candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador no acepta los primeros resultados.
La táctica priista de divide y vencerás le funcionó al primo de Peña Nieto. También contó con toda la maquinaría federal y estatal. El otro candidato de izquierda, Juan Zepeda, se lleva un porcentaje importante de los votos. Josefina Vázquez Mota, candidata del PAN, queda en cuarto lugar. Los simpatizantes de MORENA los acusan de haber sido títeres.
Por ahora el PRI se queda con las llaves del Estado de México, el reino con más votantes y recursos desde donde opera otras elecciones y promueve su agenda política.
Los analistas, muchos de los que cantaban el triunfo del nuevo partido de izquierda vía el voto oculto y el empate técnico en las encuestas, ahora aseguran que el dinosaurio esquivó el meteorito y aún puede competir por la presidencial en 2018.
“Siempre son los mismos y la gente sigue pobre. No cambia nada”, dice Carlos, un comerciante que votó por la Maestra Delfina. “El PRI siempre va a estar ahí, detrás, trabajando”.
Edgar Reyna y Anna-Catherine Brigida contribuyeron con este reporte.