Yancy Escobar no podia comprender lo que estaba pasando. Era el 14 de marzo de 2014 y su novio Juan Balderas acababa de ser sentenciado a la pena de muerte. Se echó a llorar cuando los abogados de su esposo salieron de la corte. Ella y Juan se iban a casar. Pero dice que le fallaron. Y su sueño se esfumó.
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Dos años y medio más tarde, durante un sábado de octubre, Yancy entró a un salón de clases en la Universidad de Houston. Estaba vestida con un traje elegante y traía consigo un certificado de asistente legal.
Yancy es una inmigrante de 29 años de El Salvador. Fue la primera de su familia en graduarse de la preparatoria. Ahora está usando su experiencia de casarse con un prisionero condenado a la pena de muerte para convertirse en abogada y defender a las personas que enfrentan condenas similares.
“Después de vivir ese juicio, viendo las injusticias en el caso de Juan, quiero hacer algo para generar un cambio en el sistema y en las vidas de las personas”, me dijo.
Yancy y Juan estudiaron en la misma secundaria y empezaron a salir juntos cuando tenían 14 y 15 años.
Su familia emigró de El Salvador sin documentos. Cuando la trajeron a los Estados Unidos sólo tenía 6 años (ya es ciudadana estadounidense).
Parece la típica historia de amor: Yancy recuerda cuando era niña y tomaba la mano de Juan en misa y como Juan se puso guapo para conocer a su mamá. “Hablábamos diario por teléfono, y siempre hacía un gran esfuerzo para hacerme feliz”, me dijo Yancy. “Era mi mejor amigo”.
Los dos crecieron en un barrio bravo en la periferia de Houston, Texas. Juan, quien estuvo en un centro de detención para adolescentes, se metió en una pandilla conocida como “La Tercera Crips”. Yancy dice que Juan estaba intentando evitar al grupo, inscribirse en la universidad y seguir adelante—pero no pudo escaparse de esa vida.
Juan fue arrestado el 16 de diciembre de 2005, cuando sólo tenía 19 años, durante una redada en la que los policías detuvieron a siete presuntos pandilleros. La policía los acusó de perpetrar una serie de tiroteos. Juan fue acusado de matar a Eduardo Hernández, un joven de 16 años, en un complejo de departamentos cerca de una carretera.
La vida de Yancy se tambaleó cuando se enteró que su novio fue detenido. “No podía creerlo”, me dijo.
Yancy no tenía coche y tenía que tomar tres autobuses para visitarlo en la cárcel del Condado de Harris en el centro de Houston. Juan le dijo que era inocente y ella se quedó a su lado.
La pareja esperaba y esperaba mientras seguían posponiendo la fecha del juicio. De hecho, empezó hasta enero de 2014—ocho años después de que lo arrestaran. Pasó cada uno de esos días encarcelado. El caso fue pospuesto porque su abogado se enfermó, cambiaban los jueces y los procuradores, y el fiscal del distrito no se decidía sobre si quería abogar por la pena de muerte.
De hecho, más de 1,000 casos criminales se encuentran atrasados en el Condado de Harris.
Según los documentos de la corte, el hermano de Juan se suicidó y no le permitieron asistir al funeral. Antes de que lo arrestaran, Juan estuvo preparándose para ir a la universidad y estudiar arte. Pero pasó ocho años, el equivalente a dos licenciaturas, encarcelado.
Una vez que empezó el juicio, Yancy dejó su trabajo y las clases en el colegio comunitario ya que no se podía concentrar. Fue a la corte para el juicio de Juan durante dos meses. Se sentaba atrás de él, carcomida por los nervios.
Jerome Godinich, el abogado de Juan asignado por la corte, ha sido castigado por un tribunal federal de apelación por el incumplimiento de plazos y por no presentar recursos de apelación en otros casos de pena capital.
Una investigación de 2009 relizada por el Houston Chronicle encontró que Godinich representaba a más clientes criminales que cualquier otro abogado asignado por la corte en todo el condado. Entre 2006 y 2009, Godinitch representó a 21 personas que enfrentaban la pena de muerte—algunos expertos jurídicos dicen que es demasiado trabajo para poder proveer una representación adecuada.
Godinich y su colega se reunieron con Juan por primera vez poco antes del juicio y casi no hicieron su propia investigación sobre el caso, dice Yancy.
Pat Hartwell (una activista que lucha contra la pena de muerte, asistió al juicio y se hizo amiga de Yancy) dice que los abogados de Juan no estuvieron presentes durante algunas de las deliberaciones del jurado en donde el juez y el fiscal respondieron a las preguntas del jurado ellos mismos. “Tengo que encargarme de otro caso”, Hartwell asegura que Godinich le dijo cuando le reclamó por no estar al tanto del juicio de Juan.
Godinich no respondió a una solicitud de entrevista.
El jurado condenó a Juan a la pena de muerte el 14 de marzo de 2014. “No sabía lo que estaba pasando”, me dijo Yancy. “Varios miembros del jurado estaban llorando, pero no me hacía click en la cabeza. Luego me quedó claro, la decisión—creo que lloré tanto que empecé a sangrar por la nariz”.
La pareja decidió casarse dos semanas después de la decisión. Lo habían hablado antes, pero se apuraron a hacerlo oficial antes de que Juan fuera transferido al corredor de la muerte, donde en aquel entonces no se permitían nuevos matrimonios.
El pastor de la cárcel los casó con las dos hermanas de Juan, Hartwell, y el jefe de Yancy como testigos. La ceremonia se llevó a cabo en un cuarto de visita austero dentro de la cárcel del Condado de Harris. Yancy traía un vestido blanco y Juan traía su traje de prisionero amarillo. “Nos sentimos como niños chiquitos de nuevo”, dijo Yancy. Al día siguiente, se llevaron a Juan al corredor de la muerte.
Durante los últimos dos años y medio, Yancy ha manejado dos horas hacia la prisión en West Livingston para hablar con Juan a través de las gruesas ventanillas de los cuartos de visita. Los prisioneros no pueden hacer llamadas, entonces se envían cartas escritas a mano para comunicarse.
Dice que Juan la animó a regresar a estudiar; ahora tiene un título del colegio comunitario y está en el proceso de recibir su licenciatura en la Universidad de Houston. Ha decidido ser abogada y el 11 de octubre terminó un curso trimestral para ser asistente legal.
Yancy dice que el curso intensivo fue difícil y que tenía que desvelarse para estudiar. Para un simulacro de juicio, tuvo que asumir el papel de un abogado defensor y Juan le ayudó a escribir su declaración introductoria. “Estuvo muy orgulloso de mi”, me dijo Yancy. “Siempre me motivaba a lo largo del curso. Lo hice por él, por mi, por nuestro futuro”.
Hace poco se convirtió en una pasante para Gregory Gardner, un abogado que ha ayudado a suspender las ejecuciones de varios prisioneros en Texas. Yancy dice que su experiencia personal la ha ayudado a hacer un buen trabajo. “Tiene ganas de aprender más”, me dijo Gardner. “Su atención para los detalles es increíble, es muy inteligente y dedicada—va a ser muy exitosa en este campo”.
También es voluntaria con la Coalición Tejana para Abolir la Pena de Muerte y otros grupos de defensa. A principios de este año, viajó a Austin con otros activistas para reunirse con legisladores, compartir la historia de ella y Juan, y cabildeó para abolir la pena capital.
Mientras tanto, el caso de Juan sigue adelante mediante varias apelaciones. Sus nuevos abogados dicen que la hermana de la novia de la víctima — la única testigo del tiroteo y la que identificó a Juan durante el juicio—le dio declaraciones contradictorias a la policía.
Según los documentos de la corte, otros miembros de la pandilla, incluso el hombre que Yancy cree que es el verdadero asesino, aceptaron ofertas del fiscal para reducir los cargos en contra ellos si daban testimonios en contra de Juan. Además, los abogados argumentan que el encarcelamiento de Juan por ocho años entre el día que lo arrestaron y la fecha de su juicio es una violación del Artículo 6 Constitucional que garantiza el derecho a un juicio rápido.
Yancy conoce el caso mejor que nadie y está apoyando a los abogados en la planeación de la estrategia para la apelación. Sin embargo, las leyes podrían prohibir que llegara a representar a Juan, ya que podría ser visto como un conflicto de interés.
Yancy espera que Juan tengo un nuevo juicio y sueña con el día en el que podrán estar juntos de nuevo después de estar separados por 11 años.
Por el momento, Yancy quiere usar su experiencia para ayudar a otras personas que están en el corredor de la muerte, especialmente a las familias como la suya que no pueden pagar abogados caros. Bajo la tutela de Gardner, Yancy ya comenzó su primer caso como pasante: una apelación de la pena de muerte.
“Me siento bendecida por tener esta oportunidad”, dijo Yancy. “Para mi, no solamente es trabajo… hay alguien esperando morir y tiene toda su esperanza en nosotros. Podemos salvar sus vidas”.
Casey Tolan is a National News Reporter for Fusion based in New York City.